domingo, 13 de marzo de 2016

157. Domingueo


Tienes una semana horrible, así que tus amigos organizan una escapada al pueblo que te viene genial para desconectar. Pero claro, llega el domingo por la tarde. El famoso domingo por la tarde, aquel que creías olvidado y vuelve con fuerza.

Estás bastante cansado, con bajoncillo y preocupado por varias cosas (por ejemplo, un perro con más achaques cada día, o tus demonios internos atacando). ¿Cuál es la solución? Piensas en encerrarte en casa, ver una peli que te apetece ver, darte una larga ducha caliente y perder el tiempo en Facebook hasta que llegue la hora de dormir.

Pero te das cuenta de que esa no es la solución. De que llegaría otro domingo noche acostándote con sensación de vacío, y con agobio de un lunes de curro. Así que decides que eso no va contigo, y le pones remedio. Y optas por uno de tus planes favoritos que tienes algo abandonado: tomarle el pulso a la ciudad.

Te pones el abrigo, sales a la calle y decides darte un paseo hacia el centro, sin ruta concreta. Y haces turismo improvisado, saludas a desconocidos, ayudas a turistas en inglés, haces alguna foto, te das un capricho de chocolate, ves un espectáculo en Sol, planificas alguna que otra cosa para este mes y piensas en lo que mola tu ciudad.

Y vuelves a casa con alegría y una sonrisa en la cara. Y esa, esa sí es forma de afrontar las cosas. Porque la vida siempre, siempre tiene su lado positivo.






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