miércoles, 24 de febrero de 2016

155. Planes de vida


Te voy a dar un consejo: no planifiques tu vida. No hagas planes a muy largo plazo, deja de pensar en cómo quieres ser "de mayor". Porque, amigo, no te va a servir de nada.

Ahora que uno va cumpliendo años, ya se puede permitir aprovechar la experiencia vivida para dar algún que otro consejo. Consejo que, como todos, cada uno puede hacer con él lo que quiera.

Y si la vida me ha enseñado algo es que poco se van a parecer tus planes a tu vida real. Tu "yo" de 36 años no se parece en nada a ese que imaginabas cuando tenías la mitad, cuando inaugurabas tu edad adulta. Conservarás buena parte de tus ideas, también con suerte aquellos amigos de tu adolescencia, e incluso vivirás en la ciudad que querías. Pero, oh, el guión de tu vida no ha cumplido lo acordado.

Quizá imaginabas estar casado y con criaturitas a las que llevar al cole, y no es así. O estar muy vital en lugar de con algunos achaques. O ser muy independiente y organizado, en lugar del desastre que eres ahora en casa. O que tu trabajo fuera diferente.

Entonces, ¿esto es una mierda? ¿La vida no es más que una sucesión de decepciones? En absoluto. Para nada. Precisamente, al darte cuenta de que una especie de teoría del caos indica la senda por la que transcurre tu existencia, aprendes a apreciar todo lo que la vida, inesperadamente, te ha dado.

Y echas la vista atrás, y al ver viejas fotos te das cuenta de todos los sitios que has visitado; de tus viajes y escapadas. Recuerdas esas sensaciones que tuviste con tus parejas; no te quedas decepcionado por las relaciones acabadas, sino contento por lo que te hicieron sentir. Ves a la gente tan maravillosa que te has ido cruzando; la que sigue ahí y la que has conocido hace poco casi de casualidad. Has vivido, has amado, has sufrido, has llorado. Has visto películas maravillosas, te has bañado en pelotas de madrugada en el mar, has hecho la croqueta en la arena de la playa y en la nieve de la sierra, has hecho locuras, has comido en algún bufet hasta reventar, has comido pasta en Italia y ramen en Japón, has puesto nombre a algún animal, has asistido a algún concierto que te ha puesto la piel de gallina, has conducido por sitios extraños hasta perderte, un bebé se te ha abrazado para dormirse en tus brazos, has podido hablar con alguien en otro idioma...

Y piensas que, aunque no estés ni de lejos donde pensabas estar, aún tienes muchos años para perderte en este camino llamado vida. No, no pienses donde estarás con 50 años. Porque fallarías en tu previsión. Y ahora me doy cuenta de que eso es maravilloso.


sábado, 13 de febrero de 2016

154. 36


Tener que madrugar el día de tu cumpleaños, especialmente si es para trabajar (aun cayendo en sábado), no mola. Sobre todo a mí, con lo marmotilla que soy.


Pero sales a la calle, y te encuentras un día perfecto. Un día otoñal en pleno febrero. Nublado, húmedo, silencioso. Nadie por la calle, solos mi perro y yo.

Podemos mirar el lado malo, empezando por el hecho de que sea el irreversible cambio climático el que ha provocado esto. Este ha sido un año horrible, especialmente en temas de salud. Y este puede que sea el último cumpleaños que paso con mi anciano perro.

Pero aquí estamos. Él y yo, disfrutando de un día perfecto. Mi día. La vida merece la pena si la disfrutas y la pasas con quien te quiere y te rodea. Empiezas con un abrazo calentito en la cama, trabajas con el perro a tus pies soñando con su juventud, y lo acabas con tus amigos reunidos en una mesa gigante de restaurante.

Gracias a todos por otro gran 13 de febrero :)