Hablando de todo y de nada, cosas serias y coñas varias. Política, humor, música y relatos. Todo cabe aquí.
lunes, 30 de diciembre de 2013
126. 2013
Al final se me echa el tiempo encima y no he escrito el resumen de 2013...
También influye el hecho de que, nuevamente, está bajando mi aportación al blog (bajísima este año) en beneficio de la inmediatez de Twitter (sobre todo), Facebook y pequeñas pinceladas en 6tory.
Un año bastante positivo en lo personal, por mi nuevo trabajo, mi mayor compromiso a nivel político (¡tan necesario!), todos los niños que están o vienen de camino en mi grupo de amigos y mi familia, y sobre todo... falafel ;) Como "pero", que este ha sido el primer año sin viajes desde 2004 :(
Y más allá de lo personal, un año bastante catastrófico, con nuestros derechos cada vez más recortados, con lo más básico (educación, sanidad, limpieza...) convertido en un negocio para unos pocos... Y cada vez con más pobreza y desesperación, con la frustración de no poder ni siquiera encontrar un trabajo, o de tener que agradecer que "sólo" te rebajen el sueldo un 20%. ¿Llegará el momento de rebelarse? ¿Servirá esto para que la gente despierte? Desde luego, cada vez somos más los que no nos conformamos y luchamos para que las cosas sean cada vez un poco mejor. Pero es muy difícil. Aunque una de las cosas que cada vez tengo más claras es que la palabra imposible no tiene sentido ;)
Vamos a por 2014. Lucha por que este sea el mejor año de tu vida. Yo voy a ello.
lunes, 9 de diciembre de 2013
125. Reflexiones de primavera
No sabe por qué lo hizo, pero ese día no se subió al autobús. Pasó de largo la parada y siguió andando, calle abajo. No había razón, ni tampoco destino. Pero, simplemente, como si fuese lo más natural del mundo, sintió que ese día no debía ir a trabajar. No pensó en excusas, planes o cosas pendientes, simplemente siguió los pasos que una especie de sexto sentido, o de Destino escrito en alguna parte, le marcaban.
Tras andar un buen rato en dirección al centro de la ciudad, de pronto notó como si descendiese de su nube, como si volviese a pisar tierra, como si desapareciese esa bruma que le había llevado hasta allí, y se vio a sí mismo desde fuera. Ahí estaba, en aquellas céntricas calles que sólo pisaba algunos días, especialmente aquellos que dedicaba a compras, y que compartía con miles de personas que tenían su mismo horario laboral. Pero ahora estaba en un ambiente totalmente distinto. Era primera hora, los comercios no estaban abiertos, y la frenética actividad se había trasladado de las aceras a la calzada, y ofrecía un espectáculo de miles de coches rodeados por una densa nube de contaminación, gritos, caras amargas, pitidos de guardias y algún que otro claxon. Le resultó chocante ver aquella escena desde fuera, algo en lo que participaba diariamente desde hacía años, y ahora le resultaba tan ajeno.
Sintió una curiosa sensación de libertad, como si hubiese roto unas cadenas invisibles que le tenían preso desde hacía mucho tiempo. Una libertad que sentía normal y justa, ya que no le pareció raro poseerla, pero que no había sabido ver desde hacía mucho. Libertad para hacer lo que quisiera durante todo el día, 12 horas de Sol por delante dispuestas a ser ocupadas.
Decidió concederse a sí mismo el capricho de un desayuno principesco, así que entró en una de las cafeterías con más solera de la ciudad, y pidió un chocolate con churros junto a zumo, tostada y un poco de queso brie. Tras esto, se acercó al parque tan frecuentado por universitarios (que a esas horas aún dormían) y, aprovechando los primeros calores primaverales, decidió disfrutar de una de sus praderas.
Sentado sobre la hierba, se sintió por primera vez en mucho tiempo libre de dejar fluir sus pensamientos, aquellos siempre retenidos por un sueño descomunal, una carga de trabajo excesiva, o un agotamiento extremo. Al verse libres, estas ideas, miedos y recuerdos se agolparon precipitadamente en la cabeza de nuestro protagonista. Por ello, se sintió muy raro, golpeado a la vez por sentimientos de alegría, de tristeza, de angustia, de miedo, de frustración, de esperanza y de duda. Sólo con asentar todas las sensaciones de lo vivido la última semana dio para mucho. Aprovechando su experiencia laboral en documentación, clasificó mentalmente esos pensamientos, tarea que le llevó, aunque él no lo apreciase, mucho tiempo, para comenzar luego a desgranar cada uno de ellos.
Se vio en ese entorno, tan dado a que las jóvenes parejas diesen rienda suelta a su amor, con los chicos bocabajo tratando de ocultar sus erecciones mientras acarician a sus parejas, intentando cada vez con más descaro alcanzar su pecho, algo que ellas cortan con un repentino sentido del pudor. El típico fondo usado por los informativos para ofrecer un nuevo informe sobre sexualidad y prevención. Al verse ahí, recordó sus años de adolescencia y primera juventud. De sus torpes y tardíos inicios en el sexo. Y de pronto se vio inundado por una sombría sensación de haber perdido el tiempo, de haber malgastado torpemente su vida.
Objetivamente, no podía quejarse de la vida que llevaba, sin problemas económicos, con casa, hermanos con los que mantenía buena relación, amigos a los que paraba de ver, y muchos planes recientes y futuros. Así que, sintiéndose culpable precisamente por tener esa sensación sombría, aparentemente sin razón, la tristeza le empezó a pesar más.
¿Por qué no era capaz de sentirse del todo feliz? ¿Por qué no podía apartar esa tristeza? ¿Dónde había perdido esa alegría? Era buena gente, buen amigo, buen hermano, buen trabajador; se lo repetían continuamente. Mucho amor que dar, pero un amor que no era bien canalizado. Él tenía un papel en el mundo, y no estaba siendo capaz de cumplirlo. Sí, era eso. Estaba fallando a su Destino, a su "guionista", a su "jefe". No estaba siendo capaz de hacer aquello para lo que le contrataron al nacer, aquel papel que tenía reservado y con el que más podría marcar a los demás y dejar su huella. Cada uno tiene un talento, o una razón para estar aquí, y él, que a diferencia de mucha gente estaba descubriendo el suyo, sentía cada vez más pesar, más agobio y más angustia. Si a un delantero le fichan para marcar y no lo hace, no importa que juegue bien. Si un político es elegido para luchar por la presidencia pero no lo consigue, no habrá servido de nada.
Pero fue descubriendo algo aún peor. No sólo estaba fuera del camino que le juntaba con su Destino. Empezó a comprender que, sin desearlo, se estaba construyendo una especie de coraza que no dejaba mostrar precisamente lo mejor de sí, que le estaba bloqueando para conseguir su sueño, su anhelo, su "presidencia". Se estaba volviendo frío y desconfiado. Estaba en una espiral de la que le costaría salir...
No le importó ser el centro de atención de las miradas cuando se las lágrimas empezaron a mojarle los pantalones. Sabía que no había consuelo posible. Que el verdadero consuelo lo escondía él mismo, bien dentro, y que la puerta que conducía a él estaba absolutamente bloqueada.
Se había levantado algo de fresco, y tenía hambre. Así que se incorporó y volvió a sumergirse en el frenético ritmo de la gran ciudad. A diluirse entre la masa, a ser, simplemente, uno más. A esconder de nuevo esos sentimientos bajo el estrés, el cansancio y el sueño.
[ Reflexión escrita en marzo de 2009]
jueves, 17 de octubre de 2013
124. Me duele Madrid
Soy madrileño. Y, hasta donde yo sé, gato. Para bien y para mal, tengo a Madrid muy dentro y, sinceramente, me cuesta imaginarme en otro lugar. Muchos recién llegados verán atascos, contaminación y prisas, pero si te animas a conocer la ciudad, Madrid tiene una lista increíble de cosas por hacer. Y no sólo las que salen en las guías, sino cosas que sólo un enamorado de la ciudad puede enseñarte.
Por eso me duele tanto cómo se están cargando esta ciudad. En Madrid, lleva gobernando el PP muchos años, tanto en la ciudad como en la región. Y ese Partido Popular, que tan patriótico y centralista es, parece sin embargo decidido a cargarse la ciudad. Cargársela para los madrileños de a pie, claro, que determinadas empresas tienen vía libre para saquear la ciudad y sus recursos. Madrid fue castigada duramente en tiempo de Aznar, siendo perfecto reflejo de la cultura del pelotazo, como refleja hoy Vidal-Folch en El País, con aberraciones como las ruinosas radiales o el hundimiento de Cajamadrid.
Si bien en la Comunidad se encargan de destrozar aquello en lo que tienen competencia, el modelo de ciudad que han diseñado Gallardón y ahora Botella es catastrófico. Y es malo porque endeudar la ciudad por varias décadas no es sotenible. Porque proyectos faraónicos y ególatras como el traslado del Ayuntamiento a Cibeles y el alquiler de sedes mientras se tienen edificios vacíos no es de recibo. Porque una persona como la mujer de Aznar, que usa dos coches oficiales para ir a la peluquería a diario, no puede hacer una promoción eficiente del transporte público y reducir la contaminación.
Una ciudad tan grande como Madrid necesita solucionar uno de los problemas más graves: la movilidad (y, como efecto colateral, la contaminación). Y sin embargo, cada vez dificulta más el acceso al transporte público, con subidas de tarifas, reducción de frecuencias, gastos absurdos y todo tipo de trabas a la bici u otras posibilidades de movilidad sostenible. Y a esto se suma ahora la suciedad. La ciudad da asco. Desde este verano, se ha reducido drásticamente el gasto en limpieza en la ciudad. Y se nota. En mi barrio (y vivo dentro del perímetro de la M30), las papeleras rebosan tras muchos días sin vaciar, las bolsas para recoger las "cacas de los perros" brillan por su ausencia (excepto en el mismo centro, donde siempre suelen estar los expendedores llenos, curiosamente) y la suciedad se acumula en cada esquina. La gente es muy cerda, sí, y eso nos lleva a los problemas de educación que yo tanto remarco y que ya he comentado en algún post. Pero no se puede poner eso como excusa a la suciedad, porque por muy limpio que seas, en tu casa tienes que barrer y bajar la basura. Lo mismo con la ciudad. Pero Botella nos quiere convencer de lo contrario.
Todo esto hace que Madrid esté en plena decadencia. Y me lleva a preguntarme lo que ya dije en otra ocasión: ¿de verdad es esto lo que queréis? Un partido al que sólo vota la cuarta parte de la población no merece estar saqueando y destrozando esta ciudad (y este país, pero eso es harina de otro costal). Es casi imposible bajar el porcentaje de votos de ese partido, pues yo veo razonable que toda la derecha del país saque un 25% de votos, así que, como siempre, la forma de cambiar las cosas es mediante la movilización del resto.
No voy a hablar ahora de todo Bárcenas, EREs, etc, pero lo que está claro es que todo ello nos lleva a la desilusión, desapego con la política y el famoso "es que todos son iguales". Pero, mientras sigamos cayendo en eso, ellos seguirán destrozando mi ciudad. Madrid necesita un cambio, y lo necesita ya. Podemos optar por un ligero cambio, optando por Lissavetzky, un veterano socialista madrileño; por un cambio más profundo, con el genial Ángel Pérez. O podemos optar por cambiar la forma de hacer política, por recuperar la ilusión y por apostar por un modelo sostenible de ciudad de la mano de Equo. Yo, desde luego, no voy a perder la ilusión. Confié en una nueva forma de hacer las cosas en las elecciones generales, y seguiré haciéndolo con Madrid, porque Madrid es mi ciudad, adoro vivir en ella y no puedo permitir que sigan destrozándola.
Tú, que estás leyendo esto, puede que no compartas mi forma resolver las cosas, pero estoy convencido de que, si eres madrileño, te da pena ver en qué se está convirtiendo esta ciudad. Así que, de una forma u otra, actúa.
Recuperemos Madrid.
lunes, 5 de agosto de 2013
123. Un final
Creí haber pasado ya lo más doloroso, pero no era así.
Cuando se muere alguien cercano, los momentos inmediatamente posteriores a recibir la noticia son terribles. Te mareas, tienes una cierta sensación de irrealidad, agravados encima por ser algo tan inesperado. Un accidente, sin más, en un día cualquiera, en un paso de cebra cualquiera, y de pronto todo cambia. Hay lloros, hay angustia, hay familiares destrozados...
Pero, como digo, los acontecimientos me llevaron a un hecho aún más duro. Sostenía en mis manos tus llaves, que había rescatado de tus objetos personales. Era de lo poco que llevabas encima, además del móvil destrozado, unas monedas y un paquete de tabaco. Me correspondía a mí ser el primero en pisar aquel apartamento, adelantándome a tus propios hermanos. Ese piso que tantas veces visité, con las cenas, las noches de Play y los preparativos para salir de bares.
Era la primera vez que estaba allí solo, y era una sensación muy rara. Como si estuviese poniéndome tu ropa. Como si violase tu intimidad. Me sentía incómodo en aquel sitio que había sido casi como mi segunda casa. Y comencé a comprender lo que es una vida rota, interrumpida bruscamente a mitad de la película, sin avisar, sin darte tiempo a terminar nada. Todo queda expuesto, tu intimidad revelada, y tus proyectos inacabados.
Vi aquel lienzo que habías preparado para retomar lo que nunca debiste haber dejado. Y esos libros de inglés, en los que te dejaste una pasta apenas una semana antes, para empezar el nuevo curso en la academia. Tenías mucha ilusión, porque en breve estarías preparado para ese examen oficial. Todo, proyectos inacabados, que ahora jamás retomarás. Y la sorpresa del escritorio: otro libro, este más pequeño, de bolsillo. Sí, el que te recomendé pese a tus reticencias, pero que al final habías empezado a leer sin decírmelo para darme la sorpresa. Y tu bote de monedas, ese ahorro extra que te ayudaría a organizar otra escapada de finde.
Tantas cosas tuyas, pero sobre todo tantos proyectos, tantas ilusiones, tantas cosas que se quedan a medias. Cosas que te hacían ilusión, te hacían sonreír...
Y ahí estaba yo, en tu sofá, con las lágrimas resbalando por mi cara, preguntándome por el sentido de la vida, y cómo sería el mundo si el gran Arturo, mi amigo, siguiese aquí entre nosotros. Nada sería igual, porque todos tenemos el inmenso poder de cambiar lo que nos rodea. Mi vida seguirá, y la de todos nosotros, pero alguien de golpe se ha quedado sin tinta en el boli, y no podrá escribir una sola palabra más en la historia de este mundo. Se quedó su frase a medias, no pudo ni preparar un gran final.
miércoles, 31 de julio de 2013
122. La persona más importante del mundo
¿Sabes quién es la persona más importante del mundo?
Tú mismo.
martes, 25 de junio de 2013
121. Desprestigiar para alcanzar sus objetivos
Está estos días al rojo vivo el tema de Wert y las becas, que él considera como premios a la excelencia, cuando deberían ser oportunidades para que cualquier persona apta pueda estudiar, independientemente del nivel de renta familiar. Reduciendo las becas, o imponiendo distintas condiciones a los que optan a ella, volverá a premiar a los hijos de familias adineradas y estudiantes de universidades privadas, donde como todos sabemos el nivel de exigencia es considerablemente menor.
Esto ha provocado muchas reacciones, y entre ellas la que quiero tratar ahora: el desprestigio a los becados. No han tardado algunos columnistas y tertulianos afines al gobierno en "insinuar" que el dinero de las becas se gasta en vivir a cuerpo de rey durante todo el año pasando de estudiar, o pegarse viajes o hacerse operaciones. Una vez introducida la semilla, se expande ya por toda la red; todo el mundo conoce a alguien que ha hecho eso, o "aprovechados" del sistema. Por lo tanto, inferimos que esto es un cachondeo, y que las becas son un gasto inútil, o que deberían llevar más control. Desprestigian las becas y ya tienen su objetivo, introducir la que quizá sea la política más de derechas, la discriminación clasista a la hora de acceder a la formación.
Esto se aplica en muchos campos. Desprestigiar a los agricultores que reciben ayudas públicas, o a los sindicatos. Hay gente que le echa morro, sin ninguna duda; "liberados" sindicales que se rascan los pies mientras el resto trabaja, o se van de copas con sus amigos abogados de la empresa. Pero, ¿de dónde vienen esas acusaciones? De la misma esfera siempre, de aquellos a los que les interesa desprestigiar a los sindicatos, introduciendo una semilla de discordia, que lleva a los propios obreros a atacar a los sindicatos. Y por unos cuantos vagos, piquetes o aprovechados, los sindicatos pierden fuerza y pensamos que no son necesarios. ¿Cómo crees que se han conseguido las jornadas de 8 horas, la integración de la mujer en el mundo laboral, los días de vacaciones, las indemnizaciones por despido, la protección frente al desempleo…? Mucho lloramos ahora cuando nos reducen de 45 a 20 días las indemnizaciones, o tenemos unos sueldos cada vez más bajos, o nos recortan por todos lados mientras miramos impotentes. Pero nada, ataquemos a los sindicatos y acabemos trabajando gratis y rogando un cuenco de arroz al final del día. No, no exagero; ahora estamos en unas condiciones impensables hace unos años.
Pero ya que la gente exige tanto que se controle el dinero que va a las becas, ¿hacemos lo mismo con los miles de millones que damos a los bancos? ¿Aseguramos que ese dinero va a créditos? ¿Auditamos igual el dinero destinado al ejército, a la Casa Real, a la Iglesia, al rescate de las autopistas, a lamerle el culo al señor Adelson? No, mejor sembrar la cizaña entre los propios curritos de a pie para que la gente vea incluso bien que se recorten las becas. Unos millones que les suponen una vida a los que quieren estudiar y no pueden porque tuvieron la mala de suerte de no ser "hijos de papá". Unos millones que son apenas el finiquito de un par de banqueros que, indirectamente, pagamos con nuestro "rescate".
jueves, 20 de junio de 2013
120. Aprovechar fruta madura
Para demostrar que en mi blog se habla de todo, y no sólo de política, hoy os presento un miniconsejo culinario.Si eres de los que, como yo, no les gusta mucho la fruta cuando ya está muy madura (un plátano blandurrio, ¡puaj!), algo muy sencillo que puede hacerse para no desaprovecharla es un batido exprés, de esta sencilla forma que sólo tomará unos minutos:
Necesitarás:
- La fruta blandurria, 2 o 3 piezas, por ejemplo plátano, manzana, pera o melocotón.
- Leche, a ojo y según gustos.
- Yogur natural, uno o dos dependiendo de la cantidad de fruta.
- Azúcar, un poquito (opcional).
- "El toque": canela en polvo o unas gotitas de aroma de vainilla (ojo, sin pasarse).
- Batidora o robot de cocina.
Y la preparación está al alcance del más torpe del lugar: se parte la fruta en trocitos y se meten todos los ingredientes en la batidora. Puedes ir probándolo (¡no con la batidora en marcha!) e ir añadiendo más cantidad de algún ingrediente si lo consideras necesario.
¡Tómatelo frío!
Así, en 10 minutillos, más la limpieza de la batidora, te has preparado un batido rico-rico, nutritivo, y has aprovechado esa fruta que ya no te ibas a tomar.
(¿A que no te esperabas esta entrada en mi blog?)
jueves, 7 de marzo de 2013
119. No podemos exigir
Es un hecho, y del cual me alegro mucho, que la gente empieza a despertar. Que la aborregada y afutbolada sociedad española empieza a estar harta de que se rían en nuestra cara, de la corrupción, de los políticos inútiles, del despilfarro público, de los recortes, de la falta de transparencia... Una ola cada vez mayor de indignación recorre a esta sociedad, que cada vez más se mueve, sale a la calle y (demasiado tímidamente) comienza a recelar del bipartidismo.
Llena de esperanza este movimiento, pero es un movimiento aún demasiado débil y con poca consistencia. ¿Por qué? Porque estamos pidiendo, exigiendo, a los de arriba unas cosas que ni siquiera nosotros, en nuestra versión pueblo llano, cumplimos.
Estamos en una democracia imperfecta, con muchas lagunas y muchos fallos, pero al fin y al cabo democracia. Y sigo insistiendo en que los que están ahí como representantes del pueblo no son más que un reflejo de la sociedad.
Está claro que es vergonzoso que un partido en el gobierno incumpla sistemáticamente el programa electoral por el cual fue votado, y que ante decisiones trascendentales no reflejadas en el programa no se consulte a la gente. Pero si esa panda de sinvergüenzas (o los que estuvieron antes) están ahí, y si hacen las leyes a su medida para perpetuar determinadas prácticas es básicamente porque lo permitimos. Y porque, como digo, no son más que un reflejo de los votantes.
Y es que no podemos exigir nada a "los de arriba" si nosotros no nos lo exigimos a nosotros mismos. No podemos pedir austeridad y que no derrochen el dinero si nosotros mismos seguimos creyéndonos ricos. Si en cada casa tenemos dos coches como mínimo. Si seguimos comprando a crédito (es decir, con dinero que aún no tenemos). Si gastamos un dineral en ir a estadios de fútbol a pagarles los Ferraris a las estrellas de turno que desprecian a sus seguidores. Si seguimos cubriendo de caros regalos, juguetes, consolas y móviles a nuestros hijos, porque así lo manda la sociedad consumista.
No podemos exigir transparencia y que los ricos paguen sus impuestos, si nosotros mismos permitimos que el fontanero nos haga facturas sin IVA. Si preferiríamos seguir pirateando cultura aun cuando nos ofreciesen una plataforma de pago de precios razonables (no la mayoría que existe ahora).
No podemos exigir que no haya enchufismo si sucede a todos los niveles, si nosotros mismos "colocamos" si podemos a gente de nuestro entorno pese a estar peor preparada.
No podemos exigir que se proteja la cultura si los programas más vistos son del tipo "Sálvame" y Belén Esteban es más conocida que casi cualquier actriz.
No podemos exigir que los países cuiden la Tierra y luchen por evitar el cambio climático si no nos molestamos ni siquiera en reciclar.
No podemos exigir que haya un cambio de políticos, de forma de hacer política, de partidos, si jamás nos molestamos en leer los programas electorales (más accesibles que nunca gracias a Internet) y los líderes de partidos políticos más allá de A y B son menos conocidos que cualquier futbolista.
Así que, muy bien, indígnate y muéstralo en la calle. Pero empieza a ser coherente. Empieza por cambiarte a ti mismo. Exígete y, después, podrás exigir a los de arriba. Y será el momento en que empiecen a cambiar las cosas.
miércoles, 13 de febrero de 2013
117. ¿Qué significa ser pobre?
Un padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre, lo llevó para que pasara un par de días en el monte con una familia campesina. Pasaron tres días y dos noches en su vivienda del campo.
En el automóvil, retornando a la ciudad, el padre preguntó a su hijo:
- ¿Qué te pareció la experiencia?..
- Buena - contestó el hijo con la mirada puesta a la distancia.
- Y... ¿qué aprendiste? - insistió el padre...
El hijo contestó:
1.- Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.
2.- Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín... y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos.
3.- Que nosotros importamos linternas del Oriente para alumbrar nuestro jardín...mientras que ellos se alumbran con las estrellas, la luna y velas sobre la mesa.
4.- Nuestro patio llega hasta la cerca.y el de ellos llega al horizonte.
5.- Que nosotros compramos nuestra comida;...ellos, siembran y cosechan la de ellos.
6.- Nosotros oímos CD's... Ellos escuchan una perpetua sinfonía de golondrinas, pericos, ranas, sapos, chicharras y otros animalitos....todo esto a veces dominado por el sonoro canto de un vecino que trabaja su monte.
7.- Nosotros cocinamos en estufa eléctrica... Ellos, todo lo que comen tiene ese sabor del fogón de leña.
8.- Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas.... Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.
9.- Nosotros vivimos conectados al teléfono móvil, al ordenador, al televisor... Ellos, en cambio, están "conectados" a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.
El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo...y entonces el hijo terminó:
- Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos!
Cada día estamos más pobres de espíritu y de apreciación por la naturaleza que son las grandes obras del universo. Nos preocupamos por TENER, TENER, TENER y nos olvidamos del SER, SER, SER...
[ Originalmente visto aquí]
jueves, 7 de febrero de 2013
116. Conversación en la taberna
Me llega este mail en cadena, autor desconocido. Un reflejo de lo que es el país, donde el principal problema no son los políticos corruptos. Es un problema de raíz, de educación.
miércoles, 9 de enero de 2013
115. Dónde van con ese sueldo
Esta vez no voy a hablar de los que peor lo pasan en este país, los (cada vez más numerosos) parados, gente que no tiene ni para llegar a fin de mes y que tienen casi que rogar al Gobierno que amplíe la ayuda de los 400€; o los que definitivamente se tienen que ir del país al ver reducidas sus posibilidades a cero.
Hoy me refiero más a algunos "afortunados" que cuentan con trabajo. Pero a quienes el sistema está alienando de tal forma que aceptan ser explotados por miedo a perder el trabajo, o critican a quienes ganan más. Continuamente (y cada vez más), se dan este tipo de casos:
· Ataque a funcionarios. Se ve de forma totalmente natural que, en época de recortes, se les quite la paga extra de diciembre (es decir, rebaja del sueldo) a todos los funcionarios, además de otras rebajas directa de salarios. Total, "son unos privilegiados, que ganan una pasta y no hacen nada". En primer lugar, lo que se aprecia ahí es simple: ENVIDIA. En este país tendemos a atacar a los demás antes de mirar nuestra propia situación. ¿Por qué no, en lugar de atacar a quienes tienen un sueldo fijo y en mejores condiciones, luchamos mejor por conseguirlo para nosotros mismos? Porque no son precisamente privilegiados; más bien mileuristas. La gran mayoría no supera los 1500 euros al mes. ¿Te parece mucho porque tú cada vez cobras menos? Creo que será más lógico entonces luchar por recuperar tu nivel adquisitivo antes de atacar a quien lo mantiene; o enfadarse con los millones que se embolsan los directivos bancarios. Pero lo fácil es criticar a quien aún (a duras penas) se mantiene con un sueldo decente. Y recordemos que los funcionarios no son sólo esos de ventanilla que se marchan a las 11 a por un café de una hora; son los policías, los médicos de cabecera, los bomberos, los profesores... Y respecto al número, estamos muy por debajo respecto a otros países europeos en cuanto a funcionarios por habitante.
· Aceptar ser explotado, y criticar al que no lo acepta. En relación a lo anterior, veo numerosos casos de gente que continuamente pierde poder adquisitivo, y/o trabaja cada vez más horas, con más estrés y responsabilidad, y siente menos estable su puesto. El empresario hace todo esto, consciente de los tiempos que corren y el MIEDO de los trabajadores a salir del mercado laboral, con la dificultad de volver a entrar en él. Miedo porque hay una familia que mantener o una hipoteca que pagar, y las pocas alternativas que hay. Y cuando alguien se rebela, y quiere dejar de ser explotado y forzar al empresario a una revisión salarial, o buscar un mejor puesto, el trabajador alienado le critica: me han llegado a decir "¿qué se piensan estos ingenieros con esos sueldos?", cuando en España se cobra una mínima parte de lo que se puede ganar en cualquier otro lugar. En el campo de las nuevas tecnologías, si miramos lo que se cobra, por ejemplo, en Estados Unidos, nos asustamos.
Y la principal culpa de todo esto no es del español medio, envidioso él de todo aquel que tenga una casa más grande o un mejor coche, sino de toda esta escoria que nos gobierna, que permite que empresarios sin escrúpulos puedan forzar la maquinaria y ahogar cada vez más al currito de a pie. Y luego dicen que las manifestaciones "molestan". De momento, es la forma que tenemos para protestar por todo esto. Y ojo, que como la gente se harte, podrá ser mucho peor.
Si despertamos, claro. Y nos damos cuenta de que ya no habrá nadie a quien tener envidia.