Soy madrileño. Y, hasta donde yo sé, gato. Para bien y para mal, tengo a Madrid muy dentro y, sinceramente, me cuesta imaginarme en otro lugar. Muchos recién llegados verán atascos, contaminación y prisas, pero si te animas a conocer la ciudad, Madrid tiene una lista increíble de cosas por hacer. Y no sólo las que salen en las guías, sino cosas que sólo un enamorado de la ciudad puede enseñarte.
Por eso me duele tanto cómo se están cargando esta ciudad. En Madrid, lleva gobernando el PP muchos años, tanto en la ciudad como en la región. Y ese Partido Popular, que tan patriótico y centralista es, parece sin embargo decidido a cargarse la ciudad. Cargársela para los madrileños de a pie, claro, que determinadas empresas tienen vía libre para saquear la ciudad y sus recursos. Madrid fue castigada duramente en tiempo de Aznar, siendo perfecto reflejo de la cultura del pelotazo, como refleja hoy Vidal-Folch en El País, con aberraciones como las ruinosas radiales o el hundimiento de Cajamadrid.
Si bien en la Comunidad se encargan de destrozar aquello en lo que tienen competencia, el modelo de ciudad que han diseñado Gallardón y ahora Botella es catastrófico. Y es malo porque endeudar la ciudad por varias décadas no es sotenible. Porque proyectos faraónicos y ególatras como el traslado del Ayuntamiento a Cibeles y el alquiler de sedes mientras se tienen edificios vacíos no es de recibo. Porque una persona como la mujer de Aznar, que usa dos coches oficiales para ir a la peluquería a diario, no puede hacer una promoción eficiente del transporte público y reducir la contaminación.
Una ciudad tan grande como Madrid necesita solucionar uno de los problemas más graves: la movilidad (y, como efecto colateral, la contaminación). Y sin embargo, cada vez dificulta más el acceso al transporte público, con subidas de tarifas, reducción de frecuencias, gastos absurdos y todo tipo de trabas a la bici u otras posibilidades de movilidad sostenible. Y a esto se suma ahora la suciedad. La ciudad da asco. Desde este verano, se ha reducido drásticamente el gasto en limpieza en la ciudad. Y se nota. En mi barrio (y vivo dentro del perímetro de la M30), las papeleras rebosan tras muchos días sin vaciar, las bolsas para recoger las "cacas de los perros" brillan por su ausencia (excepto en el mismo centro, donde siempre suelen estar los expendedores llenos, curiosamente) y la suciedad se acumula en cada esquina. La gente es muy cerda, sí, y eso nos lleva a los problemas de educación que yo tanto remarco y que ya he comentado en algún post. Pero no se puede poner eso como excusa a la suciedad, porque por muy limpio que seas, en tu casa tienes que barrer y bajar la basura. Lo mismo con la ciudad. Pero Botella nos quiere convencer de lo contrario.
Todo esto hace que Madrid esté en plena decadencia. Y me lleva a preguntarme lo que ya dije en otra ocasión: ¿de verdad es esto lo que queréis? Un partido al que sólo vota la cuarta parte de la población no merece estar saqueando y destrozando esta ciudad (y este país, pero eso es harina de otro costal). Es casi imposible bajar el porcentaje de votos de ese partido, pues yo veo razonable que toda la derecha del país saque un 25% de votos, así que, como siempre, la forma de cambiar las cosas es mediante la movilización del resto.
No voy a hablar ahora de todo Bárcenas, EREs, etc, pero lo que está claro es que todo ello nos lleva a la desilusión, desapego con la política y el famoso "es que todos son iguales". Pero, mientras sigamos cayendo en eso, ellos seguirán destrozando mi ciudad. Madrid necesita un cambio, y lo necesita ya. Podemos optar por un ligero cambio, optando por Lissavetzky, un veterano socialista madrileño; por un cambio más profundo, con el genial Ángel Pérez. O podemos optar por cambiar la forma de hacer política, por recuperar la ilusión y por apostar por un modelo sostenible de ciudad de la mano de Equo. Yo, desde luego, no voy a perder la ilusión. Confié en una nueva forma de hacer las cosas en las elecciones generales, y seguiré haciéndolo con Madrid, porque Madrid es mi ciudad, adoro vivir en ella y no puedo permitir que sigan destrozándola.
Tú, que estás leyendo esto, puede que no compartas mi forma resolver las cosas, pero estoy convencido de que, si eres madrileño, te da pena ver en qué se está convirtiendo esta ciudad. Así que, de una forma u otra, actúa.
Recuperemos Madrid.
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