viernes, 3 de enero de 2014

127. Esclavitud 2.0: lo urgente frente a lo importante



Estás esperando el metro e, instintivamente, sacas el móvil para revisar si tienes notificaciones. Tienes una mención de Twitter, lo que te lleva, al final, a estar todo el trayecto revisando tu timeline.

Te despiertas por la mañana y lo primero que haces, antes siquiera de subir la persiana, es encender el móvil o activar el sonido de nuevo.

Comienzas tu jornada laboral revisando tu correo personal, haciendo limpia de los correos promocionales y haciendo clic en alguna petición online. Ya de paso, revisas tu cuenta de Facebook, lees las notificaciones, respondes algún mensaje y haces "me gusta" en alguna foto de la fiesta del finde.

Estés en el trabajo, en casa o por la calle, recibes avisos de whatsapp o line. Lo miras, respondes y vuelves a lo tuyo. Se van 2 minutos, más otros 2 en recuperar el ritmo de lo que estabas haciendo. Y eso sucede cada vez que recibes una notificación, que puede ser varias veces en una hora.

Además, estas notificaciones de mensajería instantánea esperan una respuesta inmediata, por lo que te ves "obligado" a responder en cuanto lo lees, aunque interrumpa lo que estás haciendo.

Al revisar tu red social, ves que todo el mundo habla de un tema, por lo que te ves "obligado" (de nuevo) a revisar la prensa digital para saber de qué se habla. Eso te lleva a enganchar varias noticias seguidas.

Tienes que estar pendiente del móvil para quedar esa tarde, por lo que estás continuamente comprobándolo e intercambiando whatsapps (algo que antes se resolvía en una llamada de un minuto). Eso supone que el paseo que estabas dando por la ciudad lo pases mirando la pantalla del móvil. O que te pierdas parte de la película que tratabas de ver.

Por la noche, en casa, sacas el libro para leer otro capítulo, pero el hecho de "tener que" revisar lo publicado ese día por tus amigos, mantener una conversación intrascendente con alguien y contestar mensajes y menciones, hace que finalmente te acuestes una hora más tarde y sin haber leído nada. Ah, y apagando el móvil incluso más tarde que la luz.

Estando en una comida o de cañas con la familia o amigos, sientes el deseo irrefrenable de consultar el móvil por si te has perdido alguna notificación. No hay ninguna ocasión en la que no mires el móvil al menos una vez, con lo que un porcentaje de esa comida está siempre dedicado al móvil.



¿Te has encontrado alguna vez en alguna(s) situación(es) de las descritas anteriormente? Yo sí, en alguna, y es algo preocupante. Por mucho que nos creamos libres y con muchas posibilidades a nuestro alrededor, somos totalmente esclavos. Porque ¿nos aporta valor todo eso?
Más allá de un cierto valor que sí nos da, como estar en contacto con amigos, conocer gente nueva, estar al tanto de lo que sucede por el mundo y poder expresar nuestras ideas o proyectos, un gran porcentaje de este tiempo es tiempo perdido.
Primamos lo "urgente" sobre lo "importante".

Calcula la de tiempo que, por ejemplo, dedicas a consultar las notificaciones de whatsapp. Y piensa en lo que supondría verlo una vez cada dos horas, por poner un ejemplo. ¿Te pierdes algo realmente importante de esta forma? Es dudoso. ¿Ganas tiempo? Mucho, y si no, mídelo. El tiempo que lleva mirar el móvil y el tiempo que te lleva recuperar el ritmo de lo que estabas haciendo. Ahora, multiplica esto por las 24 horas del día, y súmale las notificaciones de las redes sociales y los emails.

Pero no es sólo tiempo. ¿Cuánto perdemos de conversaciones con los demás por estar atentos al móvil? ¿Y de estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, mirando el paisaje por ejemplo? ¿Y de calidad y cantidad de sueño?

Volviendo a lo dicho antes, no dejes que lo urgente prime sobre lo importante.

Puedes probar varias cosas para salir de esta esclavitud (necesidad imperiosa de mirar el móvil o el portátil). Haz la prueba de desactivar las notificaciones al móvil. O mejor aún, pásate todo el día con los datos desactivados. O incluso mejor, prueba a estar todo un día sin móvil, y dedica tan sólo media hora al final del día para revisar tus conversaciones y notificaciones. Verás que el mundo no se acaba, y que de lo realmente importante te vas a enterar.

Otra cosa bastante útil es reducir tus fuentes de información. ¿Realmente te aporta algo seguir a 2000 personas en Twitter? ¿O tener agregadas a 300 personas en Facebook? Sí, sirve para generar RUIDO. Y hacerte sentir en la obligación de revisar todas sus publicaciones. Haz limpia. Piensa fríamente si te aporta algo de valor cada una de esas fuentes de información.

Y, si vas a trabajar, estudiar o componer con tu ordenador, prueba técnicas como la del Pomodoro (resumiendo mucho, trabaja en intervalos de 25 minutos en los que no haces otra cosa salvo tu tarea, seguido de descansos de 5 minutos; esto aumenta enormemente tu productividad).



Haz la prueba. Como própósito de año nuevo si quieres, libérate de esa esclavitud. Yo estoy en ello.


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