viernes, 11 de noviembre de 2011

076. El porqué de mi voto



[ Es largo, pero te agradezco que dediques 5 minutos a leer esto ;) ]


1. La situación actual.

Decir que las elecciones del próximo 20-N son cruciales sonaría igual de falso que cuando a un Madrid-Barça lo llaman "partido del siglo" (que supone que haya un siglo cada 6 meses o así).

Pero estas elecciones, pese al clima de pesimismo generalizado, y al resultado más que probable que se avecina, son mucho más trascendentes de lo que parece.

Y son trascendentes porque nos jugamos mucho. Mucho más que decidir qué tíos o tías se sentarán en el Congreso y quiénes llevarán cartera ministerial. Porque no debemos entrar en uno de los principales errores que llevamos cometiendo mucho tiempo: el pensar a corto plazo. Tenemos que sentarnos y pensar en el medio y largo plazo, y en cómo podemos acabar si seguimos por un determinado camino.

Más allá de la crisis financiera mundial, los problemas son de mucho más calado. Es una crisis global: económica, de democracia, de derechos, de libertad. Y es que no vivimos en democracia. Queda muy bien decir que sí, y tenemos esa falsa ilusión, "votamos cada 4 años". Pero la triste realidad es que el 99% de la población mundial estamos sufriendo las consecuencias negativas de todo esto, mientras el 1% restante disfruta de la mayor parte de la riqueza y el poder del planeta.

Sí, por un lado está la crisis financiera, la crisis del capitalismo tan salvaje en el que estamos metidos, en el que sólo importa gastar y consumir, especular con dinero inexistente, y exprimir los recursos mucho más allá de lo viable. Pero una consecuencia mucho peor es la crisis de derechos y libertades. Que nos dominan "los mercados" es algo que se comenta y sirve de argumento en los discursos más encendidos y en manifestaciones; pero estos días hemos podido asistir a unos ejemplos vergonzantes de esto. Yorgos Papandreu, ex primer ministro griego, fue vapuleado por el resto de miembros de la UE y, sobre todo, por el FMI, el BCE, las bolsas y los bancos, por sugerir someter a referéndum el plan de rescate a su país. Más allá de la conveniencia de las formas y el momento de esta sugerencia (que finalmente ha sido retirada), lo que destapa es aterrador: son los mercados, los que manejan el dinero, los que deciden sobre la economía de un país, no el pueblo ni los representantes del mismo. De igual forma, los mercados reaccionan a los posibles nombramientos tanto de su sucesor como del sucesor de Berlusconi en Italia, hundiendo o reflotando las bolsas. Es decir, eligen ellos, no el pueblo.

Está bien que algunos quieran jugar a la Bolsa, a invertir, y puedan sacar dinero con ello. Pero que jueguen con el dinero de todos y puedan hundir a un país y manejar su economía a su antojo sin tener en cuenta a la gente es muy, muy grave. Porque luego esa gente que no ha sido consultada, y que sólo se preocupa de conservar su trabajo para poder comer y vivir, es la que sufrirá los recortes. Se le bajará el sueldo, o perderá el trabajo, peligrarán sus pensiones, no tendrá garantizados servicios públicos esenciales, como la educación, la sanidad o incluso la limpieza de su ciudad.


2. Las reacciones y las elecciones.

Todo lo anterior significa que vivimos en crisis, sí. Pero no la crisis que nos quieren vender, que se soluciona con ajustes y menos gasto y apretándose el cinturón. Es una crisis más profunda que nos puede hundir a todos. Por eso nos jugamos tanto el 20-N, que es el tema principal de este post.

La gente está harta, o usando la palabra de moda, indignada. Y mucho. Y con razón. Por muchas cosas, y algunos ejemplos son:
- Los bancos e inversores han jugado con el dinero de todos creando una burbuja con algo inexistente que ha terminado por reventar. Y mientras ellos son rescatados, el resto de personas, que ni siquiera entiende qué son los activos tóxicos, son los que sufren las consecuencias.
- Los Gobiernos y las políticas neoliberales que han permitido esto. Más allá de la ética, lo que está claro es que los mencionados en el punto anterior son avariciosos y harán lo posible por ganar cada vez más. El problema es que no se regula y se les permite. Las sucesivas políticas liberales han ido desregulando las actividades financieras, provocando la caótica situación actual.
- La corrupción, lejos de desaparecer se acentúa cada vez más, y no dejan de salir casos en prensa. Normalmente, algún cabeza de turco es condenado a penas ridículas, mientras el resto se enriquece ilegalmente.
- Los cargos políticos trabajan poco, cobran en exceso y tienen unos privilegios incomprensibles para el ciudadano de a pie. Además, interpretan las elecciones como un cheque en blanco de 4 años de validez.
- La ley electoral actual es claramente injusta, infrarrepresentando a los partidos nacionales pequeños y fomentando el bipartidismo. Esta ley tenía su cierto sentido en la Transición, por garantizar cierta estabilidad en un momento delicado. Pero ese momento pasó, nuestra democracia es ya madura, y una nueva fórmula ha de ser buscada.

Y muchos más temas. La solución a todo ello no es fácil. Pero el primer paso, el mostrar la indignación y movilizarse, ya se ha dado. Eso tiene que llevar al segundo paso. A cambiar las cosas.

Puede que nuestra democracia esté mal planteada, pero la democracia en sí, como concepto, es buena. Si queremos cambiarla, mejorarla, hay que hacerlo desde dentro. No vale gritar y no mover el culo. Primero, las calles; ahora, las urnas.


3. Mi voto

Y la gente que protesta contra el Gobierno, contra el sistema, pero luego "pasa" de ir a votar pierde todo mi respeto. Si quieres cambiar el propio sistema, hazlo desde dentro. Hacerlo desde fuera sólo se podría hacer de forma violenta. Y mire, un golpe de Estado, como que no.

El Partido Popular, previsible vencedor de estas elecciones, trae precisamente las recetas que nos han llevado a todo esto. Más liberalismo, más recortes, más burbujas. Más sensaciones de falsa prosperidad con dinero "robado" a nuestro propio futuro, hipotecándonos aún más. El resultado de mirar a corto plazo ofreciendo una falsa prosperidad. Para conseguir eso, esa falsa sensación de riqueza y creación de empleo, ofrecerán recortes brutales en temas como derechos de los trabajadores, peores contratos, recortes en todo lo público (sanidad, educación), pivatizaciones (lo cual pone en peligro que todo el mundo pueda acceder a servicios básicos),... Cosas que ya están sucediendo allí donde gobiernan. Además, y por su ideología, ponen en peligro derechos de los homosexuales (querer cambiar el nombre del "matrimonio" sólo indica que no quieren para ellos los mismos derechos; y depender de una resolución del Tribunal Constitucional indica que no es para ellos un derecho básico), quieren proteger costumbres vergonzosas como las corridas de toros, sugieren que quitarán la ley antitabaco, recortarán los derechos de la mujer a abortar libremente,... En definitiva, un retroceso brutal en derechos sociales y ambientales.

El PSOE ha perdido en esta legislatura lo poco de Socialista que tenía. Bien es cierto que protegerá más los derechos sociales que los anteriores, pero no me vale lo de escoger al "menos malo". Además, les vendrá bien un buen revés electoral para replantearse muchas cosas. El PSOE ha fallado a sus votantes rindiéndose a los mercados, haciendo políticas liberales que han allanado el camino a los conservadores. Además, ha ignorado y desprestigiado a los indignados. En definitiva, alejándose totalmente de la izquierda.

UPyD, partido unipersonal de culto a la figura de Rosa Díez (mujer que ha ocupado numerosos cargos y ha optado a la secretaría general del PSOE, ahora reconvertida casi en antisistema), es un partido sin ideas claras. Sí que las tiene en cuanto a la regeneración democrática y ciertos cambios más que necesarios, como la reforma de la Ley Electoral o la reducción de privilegios, pero no ofrece a mi juicio un programa completo más allá de eso y de un centralismo y nacionalismo español (criticando ferozmente al resto de nacionalismos) que refleja en una propuesta de devolución de competencias al estado central, algo que ni el PP contempla. Va dando bandazos entre izquierda y derecha, lo cual no significa que sean de centro, sino que no tienen un rumbo fijo. Un partido con multitud de "equivocaciones" (al votar contra leyes que protegen a los gays, por ejemplo) y que está a favor de alimentar la industria armamentística.

En el caso de Izquierda Unida, hay que reconocer la constante lucha que mantienen por los derechos sociales, laborales y de regeneración democrática. Sin embargo, suena un poco forzado lo de regeneración democrática en su caso, un partido ya de mucha trayectoria y tan metido en las instituciones. Hay casos que demuestran que no son lo mismo que los "grandes partidos", como es el caso de Julio Anguita, que mantiene tan sólo su pensión de maestro, renunciando a cualquier otra retribución. Tiene algunos peros; uno es la pequeña lucha interna, los "bandos" que se forman siempre que hay que elegir a sus representantes, las diversas corrientes; no sé si consecuencia de lo otro, sus líderes tienen cada vez menos entidad (Cayo Lara hace grande a Llamazares, y este mucho más a Anguita); y lo peor, se apropian de la coletilla "los verdes", cuando es un partido con poca coherencia en ese aspecto, negándose a condenar las corridas de toros o apoyando al carbón.


4. Equo

Siempre que he tenido ocasión, he votado. Y he votado convencido. Sin embargo, esta es la primera vez que votaré realmente ilusionado. Ilusionado porque por fin un proyecto, Equo, reúne todo aquello que pido a la política. Algo que se resume en una de sus frases emblema: no es un partido en busca de votantes, son votantes en busca de partido. Y lo han (hemos) encontrado. No he tenido ocasión, principalmente por falta de tiempo, de implicarme más que hacerles publicidad, informar de su programa, votar en sus primarias y quedar un par de veces con la gente tan maja de la Red Equo Joven. Pero es algo realmente ilusionante. Una nueva forma de hacer las cosas, un proyecto que algunos califican de utópico e irrealizable pero que admiten sería muy bueno llevarlo a cabo. Y se puede. Se puede tener una democracia transparente. Se puede cambiar la forma de gestionar los recursos energéticos. Se puede crear empleo verde, evitando depender del ladrillo. Se puede invertir en futuro (educación, I+D, ...). Se pueden proteger los derechos sociales y, en lugar de recortar en ellos, perseguir el fraude fiscal y hacer que los que más tienen paguen más.

He tenido ocasión de compartir el programa de Equo (aprobado en asamblea abierta) con compañeros de trabajo, con familiares, con amigos, y no he encontrado críticas negativas; es realmente un programa bueno e ilusionante, y por eso yo más que pedir el voto para Equo, invito a leer el programa. Lo otro viene solo ;)

Lo único malo que le dicen es que es algo "utópico, irralizable". Y ante eso, siempre respondo lo mismo. Como no se hacen las cosas es quedándose parado. Los que piensan que pueden cambiar el mundo son los que lo consiguen.

Así que, si realmente estás indignado, si realmente quieres cambiar la forma de hacer las cosas, vota. Olvídate de "votos útiles", de pesimismo, de encuestas. Equo va a entrar en el Congreso, y lo hará con fuerza. Tu voz estará ahí. Y tú formarás parte del cambio.









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