miércoles, 10 de enero de 2018

175. Socs


Socs
24 de enero de 2003 - 09 de enero de 2018



El día de San Valentín, un día después de cumplir los 23 años, mis amigos me llevaron a la perrera. Y allí te encontré. Entre todos tus hermanos, tú me conquistaste. Y ese pequeñín mestizo de apenas 3 semanas de vida, que no sabía ni dónde estaba ni dónde iba, era rescatado de ese abandono.

Te puse ese nombre como una adaptación extraña de Socks, por tus patitas blancas simulando calcetines. Tenía un nombre reservado para ti, pero eso no se elige; tú me diste la clave de tu nombre.

Te salvé de ahí, de donde tenías difícil salir (¡erais demasiado grandes!). No supe nunca qué fue de tus hermanos, espero que corriesen todos la misma suerte. Me recompensaste con creces. Desde el primer día, tu fidelidad y cariño me han acompañado. No eras el perro que con más energía se lanzaba a su dueño, pero no podías soportar que me alejase mucho de ti.

Has estado pegado a mí 15 años, para lo bueno y para lo malo. Me has impedido hacer cosas, me has limitado mucho. Te he bajado a la calle con fiebre, he llegado tarde por curarte alguna herida, tus dos últimos años impediste que durmiese ni una sola noche del tirón. Pero, de verdad, si volviese atrás en el tiempo repetiría todos y cada uno de los momentos contigo.



Se me hace raro, se me hace muy raro que no estés aquí. No sacarte cada mañana, no ver tu cara a mi lado cuando me siento en el sofá, no escuchar tus patas por la tarima, no recibirte en la cocina cada vez que me hago la comida. Te echaré mucho de menos, y jamás podré olvidarte.

Me has acompañado en mis mejores momentos. Todas las personas importantes de mi vida te han conocido. Me has soportado, me has escuchado, me has consolado. Casi toda mi vida adulta la tengo asociada a ti.

Gracias, compañero de vida. Gracias, amigo.
Hasta siempre. Buen viaje.




Sus primeras fotos, en la perrera, el día que llegó a mi vida.

Con 3 meses de edad: con su juguete preferido, con su postura favorita para dormir (fuera de la cama, siempre), su primera incursión al exterior (en la terraza) y su primer paseo por el parque. Además se puede el ver la que fue una de sus señas de identidad: el rabito curvado, como un cerdito.

Esta foto se la hacía a menudo para comprobar cómo iba creciendo. En estas fotos le vemos con 2 meses, con 4 meses, con 8 meses, y con casi 15 años, en su última foto.

Con su clásica mirada de reojo. Aquí, con 12 años.

Jugando con Sircam (Shere-Khan), de su grupo de amigos, en el desaparecido parque del invernadero.


Aquí sale su mejor amigo, Ringo, el labrador negro.


Aquí ya como viejito gruñón.


Durante más de dos años, estuvo yendo a rehabilitación por su artrosis, lo que le permitió llegar con salud hasta casi los 15 años.

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