Hablando
hoy con compañeros de trabajo (sí, soy del aproximadamente 5% de mi empresa que
trabaja hoy, miércoles “santo”), hemos visto que pertenecemos a dos grupos
radicalmente opuestos: los que mantienen la bandeja de entrada de correo vacía,
y los que acumulamos cientos o miles de emails ahí.
El caso
ha salido a partir de la bandeja de entrada del correo de la empresa, pero se
extiende por supuesto al personal, y a muchos otros aspectos de la vida digital,
de la organización en general. Y es que muchos tendemos a sufrir un “síndrome
de Diógenes digital”.
Esto
es, en realidad, un reflejo de nuestra vida “real”, pero a lo grande. Yo soy
capaz de recibir una carta del banco (sí, aún se envían cartas) y dejarla en un
estado intermedio entre “leído” (archivado y/o papelera) y “no leído” (en el
buzón); esto es, lo dejas en una mesita auxiliar, o en una bandeja de “cosas
pendientes de archivar”.
Sí, soy
así de desastre, cuando todo debería ser más fácil. Te llega algo; ¿lo lees? lo
archivas; ¿no lo vas a leer? lo tiras. Así de simple. Cuesta el mismo esfuerzo
dejar un sobre por medio (o cerrar el lector de correo en el ordenador) que
tirarlo a la papelera o guardarlo en un cajón.
Y, en
el caso digital, es más fácil que nunca con carpetas o etiquetas para localizar
correos viejos (de los cuales, por cierto, no leerás nunca más el 99,9%). Y se
produce un efecto curioso: los más caóticos con nuestra bandeja de entrada
somos los que más categorías o carpetas de archivar tenemos. Algo así como “buenas
intenciones”, pero que en realidad es contraproducente. ¿Para qué necesitas carpetas
casi idénticas? Archívalo todo en 2 ó 3 categorías, y el buscador se encargará
del resto si en un futuro lo necesitas. Así es más cómodo archivar.
Todo es
tomarlo como costumbre. Las buenas intenciones las tengo ahí. Quiero una
bandeja de entrada con 3 ó 4 emails a lo sumo. Y eso, en mi correo personal
especialmente, va a costar un poquito. Pero es mi “propósito de año nuevo” en
abril.
Una cosa importante es ser sincero con uno mismo. Mira ese mail que has dejado "para más tarde". ¿Lo vas a leer de verdad? Seguro que no. Hazte un favor, bórralo o archívalo.
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