martes, 21 de agosto de 2012

104. Gente de paso


A lo largo de la vida conocemos a mucha gente. Algunos nos marcan más, otros menos. Con el paso del tiempo, nos damos cuenta de quiénes son los primeros, y que con ellos es con quien merece más la pena pasar el tiempo. Aunque, al final, todos son en cierta forma importantes. Incluso los que nos hacen daño. Porque no seríamos quienes somos sin la suma de todas las experiencias pasadas. Las buenas nos hacen crecer; las malas, aprender.

Pero una cosa debemos tener clara. Nada (ni nadie) es para siempre. O no debemos asumirlo así, por nuestro bien. Es cierto que existen amigos "de toda la vida", yo mismo conservo a mi mejor amigo desde los 4 años; o parejas que mantienen el amor desde el "sí quiero" hasta el fin de sus días. Pero, en la mayoría de los casos, esto no es así, aunque deseemos con todas nuestras fuerzas que lo sea. Las parejas se rompen, son felices durante un tiempo hasta que dejan de quererse, ya sea por agotamiento o por algún hecho en concreto; entonces se rompen o se mantienen por rutina. Y con los amigos igual, gente del colegio a la que a lo mejor ves cada 2 años o "colegas inseparables de la uni" con la que ya sólo conectas por Facebook o LinkedIn. Ahora te relacionas sobre todo con los padres del mejor amigo de tu hijo cuando vais al cine o cenáis en el McDonald's.

No quiero ser negativo, por supuesto que hay miles de casos en que una amistad dura décadas, pero asumamos que también pasa que, lo que creíamos inalterable, acaba quedando en recuerdo del pasado. Porque cambian nuestros gustos, nuestra ciudad, nuestros hábitos. Y por lo tanto, "nuestra gente". Con esto, no digo que sea malo, en absoluto. Sólo que hay gente fundamental en determinados momentos de nuestra vida, y gente distinta en otros. Todos nos marcan, y a todos les necesitamos.

Y tenemos que asumir esto, que puede pasar y que, con suerte, será de una forma muy natural, muy gradual. Yo ni me puedo imaginar mi vida sin mis amigos. Pero igual que perdí el contacto con gente en el pasado que me marcó, puede volver a pasar; y gente a la que ni conocía hace dos años ahora forma parte fundamental en mi vida.

El principal valor para llevar bien esto, y asumir que es algo natural en la vida, es querernos a nosotros mismos. Sin egoísmos exagerados, pero sabiendo que nosotros somos los únicos que permaneceremos siempre a nuestro lado y, por tanto, nos debemos fidelidad absoluta.

Y asumir que un amigo, o una pareja, puede no serlo en un futuro. No poniéndonos triste por ello, ni siendo fatalistas, sino todo lo contrario. Disfrutando todos y cada uno de los momentos con esa persona, viviendo esa relación intensamente. Acumulando grandes recuerdos, teniendo experiencias, y aprendiendo cosas. Para que en un futuro, al recordar a esa persona que quizá ya no esté en nuestra vida, tengamos mil historias que rememorar, mil marcas que hizo en nuestra personalidad y que nos ha hecho ser exactamente como somos. Y, lo que es más difícil, detectar cuándo el "yo" pasado de alguien nos aporta más que el "yo" presente, y pensar si es una página que hay que pasar y seguir escribiendo historias de nuestro libro, de nuestra vida. Recuerda, las páginas pasadas no se borran, siguen ahí para consultarlas, pero no escriben nada nuevo; eso nuevo lo estamos escribiendo en este mismo momento.

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