Y a lo mejor hay días en los que estás más ñoño. Y paras, y piensas. Y vuelven a ti ciertos pensamientos. Y deseos, y sueños.
Y te acuerdas cuando soñabas con esa historia cursi, esa que te contaban los dibujos de pequeño, esa que inunda películas, canciones y libros.
Y sobre todo, eres consciente de que lo alcanzaste, de que lo tocabas con la punta de los dedos. Que te sumergiste a fondo y lo viviste. Que eso podía ser, y era, real.
Y que esa persona existía, que estaba en tu día a día, que llenaste Madrid con recuerdos de los dos. Y que ciertas cosas no volverán a ser igual después de aquello. Ni algunos lugares, ni algunas costumbres.
Te das cuenta de que, por un tiempo, fuiste muy feliz, de eso que te das más cuenta después, cuando te falta, y ese vacío se vuelve a instalar en tu ánimo.
We saw a world no one ever saw before
siempre es bueno permitirnos el lujo de darnos este tipo de días.. nos viene bien a nosotros y de paso sirven para marcar la brújula a los demás de donde estamos realmente y facilite su acercamiento hacia nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo... a ver si un día charlamos...
Ekiots.
Aun sin haber tenido algo así creo que puedo comprenderte... todos tenemos días así. Ánimo.
ResponderEliminarPonte musicón y olvídate del mundo por un rato ;-)
ResponderEliminarQué bonita entrada :D Tooodos tenemos días así. Pero es bueno recordar a veces esas cosas que, hasta que terminaron (bien o mal), fueron maravillosas.
ResponderEliminarLarga vida a los recuerdos :D