domingo, 25 de septiembre de 2011

074. "Yo solía pensar que la vida es un juego, y la pura verdad es que aún lo creo"




Yo crecí con cuentos de príncipes y princesas, de besos de amor, de historias de sin fin. De ese palpitar, de ese sentimiento que no se explica, de risas, de hablar sin palabras, de hacer el amor con la mirada.

La vida te va enseñando cosas, te va cambiando, vas madurando. Vas siendo más realista. Van desapareciendo las historias, la princesa se convierte en príncipe, el castillo en un parque urbano y el "para siempre" en una época.

Pero eso sigue estando. Igual que tu carácter, tu forma de ser o tu fondo están ahí desde pequeño, tu lado iluso, inocente e ingenuo te acompaña siempre. Y sigues suspirando, mirando por la ventana o paseando por la calle. Y te atacan los recuerdos de esos momentos en que él era lo primero que veías por las mañanas, en que te sorprendía con una visita inesperada, o te hacía un regalo porque sí. Y esos momentos en que, además de feliz, estabas alegre. Y tu sonrisa se encontraba con la suya y tenías alguna respuesta más que tu triste reflejo en el espejo.

Y te vienen también los fugaces instantes en que creías verlo de nuevo pero se quedaba en ilusión pasajera. Y hasta eso echas de menos. Supongo que algo masoca eres, va en el pack, todo incluido. Ahora toca aquello de intentar hacerse a la idea de la compañía de la diosa soledad, de escuchar aquello de "todo llega", "tú te lo mereces" y pasar alguna tarde con Amelie en la tele, o en el gimnasio quemando sueños.

Pero queda, amigos, siempre está ahí. Tú lo sabes. Es época de domingos de tristeza, más difícil de eliminar que unas simples lágrimas.






[ Amaral - Cuando suba la marea ]



viernes, 16 de septiembre de 2011

073. Viernes romántico


Pues hoy es uno de esos días tontos en que por casualidad llegas a determinados sitios en Internet que te tocan un poco la fibra. Mi lado romántico, excesivo a veces, florece, y me pongo algo tonto.

Y veo de nuevo el poema, raro pero, a mi juicio, precioso, de Daniel Valdés:

Báilame el agua

Báilame el agua.
Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto.
Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.
Sácame de quicio.
Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado.
Hazme sufrir.
Aviva las ascuas.
Ponme a secar como un trapo mojado.
No desates las cuerdas hasta que sea tarde.
Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos.
Líbrame de mi estigma.
Llámame tonto.
Sacrifica tu aureola.
Perdóname.
Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.
No me arrastres.
No me asustes.
Vete lejos.
Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Sangra mi labio con sanguijuelas de colores.
Fuma un cigarro para mí.
Traga el humo.
Arréglalo y que no vuelva a estropearse.
Échalo fuera.
Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.
Sueña retorcido.
Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos.
Dame la llave de tus oídos.
Toca mis ojos abiertos.
Nota la textura del calor.
Hasta reventar.
Sé yo mismo y no te arrepentirás.
¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos.
Yo te enviaré a los míos.
Píllate los dedos.
Los lameré hasta que no sepan a miel.
Hasta que no dejen de ser miel.
Sal, niega todo y después vuelve.
Te invito a un café.
Caliente claro.
Y sin azúcar. Sin aliento.


Y, para rematar, un extracto de una película, que aún no he visto, pero que ofrece este momento inmejorable:




miércoles, 14 de septiembre de 2011

072. Si olvidas el futuro, pierdes el presente


[...]
Yo en cambio hace tiempo que aprendí que la vida se pasa volando, mirando a los adultos a mi alrededor, tan apresurados siempre, tan agobiados porque se les va a cumplir el plazo, tan ávidos del ahora para no pensar en el mañana... Pero si se teme el mañana es porque no se sabe construir el presente, y cuando no se sabe construir el presente, uno se dice a sí mismo que podrá hacerlo mañana y entonces ya está perdido porque el mañana siempre termina por convertirse en hoy, ¿lo entendéis?
De modo que sobre todo no hay que olvidarlo. Hay que vivir con la certeza de que envejeceremos y que no será algo bonito, ni bueno, ni alegre. Y decirse que lo que importa es el ahora: construir, algo, ahora, a toda costa, con todas nuestras fuerzas. Tener siempre en mente la residencia de ancianos para superarse cada día, para hacer que cada día sea imperecedero. Escalar paso a paso cada uno su propio Everest y hacerlo de manera que cada paso sea una pizca de eternidad.
Para eso sirve el futuro: para construir el presente con verdaderos proyectos de seres vivos.
[...]

Muriel Barbery - La elegancia del erizo

domingo, 4 de septiembre de 2011

071. La mirada optimista


Me comenta un amigo que, viendo mis últimos posts y algunos tuits, parece que -exagerando un poco- estoy cerca del suicidio, por lo menos.

Esto, claro está, no es así aunque, revisando lo que escribo, sí que parezco últimamente influido por una ola de negatividad y pesimismo nada frecuente en mí.

Y, por ello, me veo obligado a hacer una reflexión optimista y darme cuenta de lo bien que está mi vida y de la ilusión con la que afronto ciertos aspectos de la misma a medio plazo.

Porque, más allá de datos objetivos, como mi casita nueva, mi curro -sobre todo mi nómina a fin de mes-, mi buen número de amigos, o el buen rollo con la familia, lo que más contento me hace estar con mi vida actual es cómo me hace sentir.

Por ejemplo, con noches como la de ayer, que sin tener ningún hecho destacado me hizo reírme, desconectar de la semana laboral, olvidarme del cansancio y hacerme saber que no estoy solo. Y también con días como hoy, sin visitas ni quedadas, pero siendo un día redondo de amo de casa, paseos con perro, series, gimnasio y lectura.

Y próximos eventos, como varios cumples de amigos o la megarreunión familiar del próximo sábado.

Vamos, que me gusta mi vida, y me gusta con quién la comparto. Cosas negativas hay, claro. Tienen que existir para valorar más aún los buenos momentos. Pero la diferencia está en la perspectiva con la que lo mires. Podemos ser negativos y llorar por todo lo malo, y encerrarnos en una espiral pesimista, o tomarlo como una parte más, inevitable pero mejorable, e ir mientras disfrutando de los yogures helados con trocitos de fruta que la vida nos pone delante.

sábado, 3 de septiembre de 2011

070. Nota de sábado melancólico


A veces tienes gente, situaciones o hechos que te hacen pensar que vives cosas nuevas, emocionantes e ilusionantes.

Pero luego un par de golpes de absurda realidad te hace ver que sigues en el mismo bucle, dando las mismas vueltas, esas "corrientes circulares en el tiempo" que decía aquel.

Y que la mierda sigue ahí, y la tristeza sólo es tapada de forma ocasional. Ocultada, disimulada, no eliminada. Que el camino no es hacia delante. Que tras un tiempo te das cuenta que ya has pasado por ese sitio, que no haces más que dar vueltas. Y que avanzas, claro, siempre hay salida hacia delante. Pero no encuentras ese paisaje que soñabas...


... y los mares se cambiaron por desiertos.